Enfermedad y Chamanismo
Enfermedad y Chamanismo
El chamanismo puede sanar aquello que no se ve alrededor de la enfermedad.
El Origen de la Enfermedad
Recientemente, un protegido vino a consulta preguntando cuál era el mensaje que traía para él su accidente en la rodilla. Desde el chamanismo todo desequilibrio, no armónico, es una enfermedad.
Me gusta cuando alguien ya entiende el idioma de las enfermedades. Esto significa que, probablemente, ya tiene claro que los acontecimientos de vida no son una casualidad, un capricho del destino.
Por lo tanto, entiende que a través de un síntoma, su cuerpo y su Alma le está intentando transmitir un mensaje para ajustar su rumbo.
Como hace un GPS: recalculando, recalculando, recalculando la ruta. Con esta comprensión se están haciendo responsables de sus vidas y se abstienen de culpabilizar a los demás o a la mala suerte de lo que les acontece.
De ese modo entienden la vida como un Todo Benéfico con el que aliarse porque siempre juega a nuestro favor.
Éstos son, a mi modo de ver, los verdaderos guerreros contemporáneos. Aquellos que no se acomodan, no luchan contra espejos ni caen en la queja estéril pretendiendo que los demás, el gobierno, el banco, el médico, papá o mamá solucionen sus conflictos.
El Nuevo Guerrero
El nuevo guerrero no viene a consulta para que el practicante de chamanismo le sane su enfermedad dándole una pildorita color verde. Viene a trabajar, a hallar las respuestas, a desenmascarar a su ego.
De ese modo, está dispuesto a darse cuenta de que está donde está por sus creencias, por su interpretación y respuesta ante la vida, por su pasado y por su actitud.
Nada que no pueda ser remitido. Nosotros, como creadores, lo hicimos, con lo cual lo podemos deshacer.
Dijo Aristóteles que no se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho. El cuerpo humano- y el del resto de los seres vivos- está dotado de un poderosísimo sistema de auto reparación encargado de subsanar cualquier desperfecto.
Poseemos toda una farmacia interior capaz de suministrarnos todos los remedios necesarios para restaurar cualquier herida física, mental o emocional y devolver al organismo a su estado de homeostasis.
Así sucede cuando nos hacemos un corte en la piel que, en ese mismo instante, comienza el proceso de curación. Sólo cuando un organismo está severamente perturbado y con enfermedad – y el flujo de órdenes son contradictorias- se obstaculiza el proceso natural de auto sanación.
Los Cambios Necesarios
Las preocupaciones y los traumas que experimentamos, se instalan en nuestro cuerpo generando bloqueos que impiden que circule libremente nuestro prana, nuestro flujo de energía.
La Sanación Chamánica busca enseñar que el individuo entienda porqué no se cura y cómo puede hacerlo. Así podemos evaluar nuestra vida, descubrir nuestras necesidades reales y saber cómo nuestras relaciones afectan nuestra energía.
El guerrero sabrá entonces, que ha de redefinirse y a hacer los cambios vitales necesarios para sanar su enfermedad. Sin embargo, el cambiar, a veces, resulta más aterrador que la propia enfermedad.
Es por eso que la sanación es un proceso en el que tenemos que participar activamente.
La práctica que utilicé para descubrir la causa del dolor de rodilla de mi protegido fue la del viaje chamánico. Para entrar en visión, puse el propósito de que su animal de poder le lleve hasta su rodilla y le mostrara qué enseñanzas trae su dolor.
En la visión su animal de poder, la Hormiga, le llevó a ver a la Serpiente. La serpiente es la Gran Sanadora, la encargada de ejecutar la Medicina Invisible.
La Serpiente y su poder sanador
La Serpiente aparece en la mitología de la mayoría de las culturas. Representa la kundalini para los yoguis, que cuando despierta destruye a su paso todo aquello que bloquea el crecimiento.
Está presente e la vara de Hasclepio, Dios de la medicina para los griegos. Esta deidad llegó a dominar el arte de la resurrección y sus atributos eran representados por una serpiente que se encontraba enrollada en un bastón.
También tenemos a la serpiente cósmica, aquella que se aparece en las visiones bajo la influencia de la planta medicinal y psico-activa, ayahuasca, y que representa nuestro propio ADN. De ahí que nos ayude a revisar y purgar aquellas memorias negativas enterradas en el sótano del alma para que salgan a la Luz de la Conciencia.
La Visión
Y esto fue precisamente lo que hizo la serpiente con mi protegido. Lo llevó a una habitación que representaba su rodilla, sintió mucho dolor y se le mostró una imagen de su niñez, en el colegio, en la que fue doblegado y humillado por un chico más mayor.
Le tocó arrodillarse físicamente y a partir de entonces, para esconder ese dolor y humillación, decidió no doblegarse ante nadie. Se volvió inflexible y se llenó de orgullo negativo. Ahí empezó la “enfermedad”.
Por mantener esta postura tomó decisiones que limitaron su crecimiento personal y espiritual y le ocasionaron mucho sufrimiento.
La vida, a través de un accidente de rodilla, le estaba anunciando que era hora de soltar, de cambiar de actitud y flexibilizarse. El accidente le estaba mostrando que debía aliviar su cólera dirigida hacia sí mismo por no poder vengarse del agresor en su infancia.
Se estaba golpeando a sí mismo. La serpiente también le dijo que el accidente le permitía recurrir a otros para que se compadecieran de él y le atendieran. Se le mostró que su enfermedad se somatizó en la rodilla porque tenía miedo a avanzar en su crecimiento, ya que esto implicaba tener que doblegarse, cambiar de dirección y ser flexible.
Encajar los mensajes de la Enfermedad
Recibir este mensaje con el corazón abierto requiere agallas. Suerte que en el momento de recibirlo contamos con nuestro animal de poder: esa fuerza psíquica que nos empodera y nos permite integrar con fuerza, la experiencia en nuestra conciencia.
Para curarnos, es imperativo que renunciemos al pasado y que perdonemos a todos aquellos por no ser como hubiéramos deseado que fuesen.
El Amor, todo lo disuelve. La próxima vez que te duela algo, antes de tomarte una aspirina, prueba a preguntarte: ¿Qué mensaje trae esta enfermedad?
Feliz senda…¡Ahó!
– Martín Ribes –
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